¿Te halaga o te ofende?
Ayer salí a caminar por el parque, no en plan de deportista sino más bien para relajarme, evitar el ruido de los autos, la tele y desconectarme completamente del mundo exterior. Encontré el lugar perfecto para eso en el parque Araucano, es la plaza de Tailandia, no recuerdo si ese es el nombre real, pero los elefantitos que están ahí fueron un regalo del gobierno tailandés por el bicentenario de Chile.
El asunto es que ayer estuve ahí, me senté un rato a mirar las piedas del laguito no muy profundo que pusieron como decoración oriental. Luego me puse a caminar por el parque para ir a ver los rosedales que están mas adentro, para llegar ahí hay que cruzar buena parte del parque que por estos días está lleno de trabajadores de la construcción porque están haciendo estacionamientos subterraneos. Iba caminando, enchufada al ipod con música de relajación bien ad-hoc al parque y en sentido contrario a mí viene caminando un señor con casco y chaleco reflectante naranjo, que no encontró mejor cosa qué hacer que quedarse parado mientras yo pasaba a su lado y él diciendome cosas como “hermosa, rica, deliciosa...” a un volumen nada bajo pues yo con todo y ipod lo escuchaba clarísimo...su voz me siguió por unos cuantos metros y aunque esto no tienen nada de nuevo, mi propia reacción sí me tomó por sorpresa.
Cuado ya había pasado por su lado y había caminado varios pasos me di cuenta que el tipo en cuestión seguía inmóvil y diciendo palabras en volúmen cada vez más alto “bien hecha, para comersela, rica, rica, rica” y por supuesto hacía alusión a ciertas partes de mi cuerpo que le gustaría hacer no se qué con ellas. Durante medio segundo me detuve y estuve a punto de voltearme y regresar...digo durante medio segundo porque lo que siguió a continuación me asustó tanto que me obligué a seguir caminando y subir el volument de mi ipod. Cuando yo ya estaba un poco más lejos se dió media vuelta y siguió su camino.
No me asusté porque me pudiera seguir o hacer algo, era pleno día, mas o menos a la hora de almuerzo y el parque estaba lleno de gente que trabaja cerca y va a tomar un poco de sol y aire. Lo que me asustó fue que de pronto me dieron ganas de saltarle encima y enterrarle las uñas hasta sacarle los ojos, sentía una rabia muy potente, unas ganas de golpearlo y patearlo que no había sentido nunca. Yo soy lo más antiviolencia (física, moral o de cualquier tipo) que se puedan imaginar pero durante ese medio segundo en el que me detuve mi único pensamiento era golpearlo.
Al final seguí caminando hasta llegar a los rosedales, puse un track de meditación y me quedé mirando fijamente la fuente de agua y escuchando los cánticos durante una media hora hasta que logré bajar los latidos del corazón, retomar la respiración y despejar la rabia para poder afrontar la situación de una manera más racional...o más humana mejor dicho.
Una vez apaciguada la amigdala (que es el órgano cerebral que no controla los impulsos, sino que los manda así nomás sin anestecia), me puse a pensar y a repasar lo que había pasado para analizar los sentimientos que me orillaron a sentir esa salvajada (que no puede llamarse de otra manera). Sus palabras obviamente que me hicieron sentir mal, pero como dije antes, no es la primera vez, en este País es deporte nacional que los hombres de ciertos niveles hagan estos despliegues de galantería animal que no sé qué clase de placer les generan, pero si alguien me lo puede explicar lo agradecería. Fue el conjunto en general lo que acrecentó la sensación, su tono de voz, la forma en que se detuvo y se hizo a un lado para dejarme pasar pero manteniendose dentro de mi espacio, su mirada, el hecho de que hablara en un volumen alto frente a toda esa gente, como si no le importara. Me sentí abusada, superada, amenazada...me pregunté porqué a mí que iba con zapatillas, jeans y el polerón más grande que hay en mi closet, sin maquillaje y chascona. No es que piense que las mujeres que se visten provocativamente se merecen esto más que yo, para nada! mi pregunta iba más bien en el sentido de saber qué demonios disparó en este animal la conducta que yo tuve que soportar.
El colmo fué que después de mucho rato de estar sentada en una banca entre las rosas, el tipo pasó por ahí con un compañero, con su mochila y ya sin casco ni chaleco, como que era su hora de salida. Me miró un rato y siguió caminando conversando con el amigo. Yo estaba mucho más calmada, pero igual me dieron ganas de pararme, caminar hasta él y preguntarle si no tiene madre, hermanas, esposa o hijas, y si le gustaría que otro hombre las tratara en la calle como él me había tratado unas horas antes. Tampoco lo hice, porque con esos tipos una se expone a que le contesten a chuchadas o derechamente con un golpe, y porque sé que la respuesta es que claro que no! que si alguien se atreve a hacer eso con alguna de sus mujeres lo matan...entonces porqué él si puede hacerlo?
¿Les ha pasado algo así? ¿Qué sintieron, qué hicieron? tuvieron esa misma reacción de contestarle a un salvaje salvajemente? ¿cual será la mejor manera de afrontar una situación como esta, ignorar y seguir caminando o confrontar? ¿habrá situaciones a la inversa? y si es así ¿cómo se sentirán los hombres?
Me dan asco esos tipos que te los topas y se inclinan como para susurrarte en el oído.."exquisita..." lo odio, les patearía el trasero sin pensarlo dos veces.
ResponderEliminarSiempre me arrepiento de no contestarles alguna pesadez o pararlos en seco... pero siempre que me pasa ando distraída y como que reacciono cuando el baboso en cuestión ya está a unos pasos de mi.
Me ha pasado y varias veces, cuando más chica me daba vergüenza y me quedaba callada y casi me sentía culpable, que estupidez más grande llegar a sentirse así cuando la culpa no es de uno! Hace un tiempo un tipejo me empezó a decir cosas y a seguirme y yo traté de perderlo pero seguía caminando cerca y hablándome (y en un lugar lleno de gente) hasta que paré en seco y le dije "que te pasa imbécil!?" y ahí se descolocó, miro hacia otro lado y siguió caminando.
ResponderEliminarTodo depende, del lugar donde estemos, la hora, si están solos o acompañados, pero si el contexto nos acompaña creo que hay que hacer algo, no es posible que se sientan con el derecho de traspasar nuestro territorio de esa forma. Cuando uno les contesta se descolocan pues están acostumbrados a que uno se haga la que no escuchó y se vaya muerta de vergüenza. Odio a esos tipos.