13 de mayo de 2011

Frivolidades: Historias de Peluqueria

On fire!
 
Desde que Roberto desapareció de mi vida anduve perdida, pasando de mano en mano sin encontrar quien tomara su lugar, dejando que me tocaran, me masajearan y me pusieran cremas o aceites para ver si alguien  me trataba con él sabía hacerlo. Incluso llegué a hacerlo con una mujer a pesar de mi aferrada creencia de que yo solo tengo química con los hombres, pero todo terminaba siempre en lo mismo: conmigo decepcionada, sintiendome culpable por serle infiel a Roberto (aunque fue él quien me abandonó sin previo aviso) y preguntandome si alguna vez encontraría a alguien como él de nuevo.

Ayer, gracias a la recomendación de mi amiga Wilma lo encontré: se llama Julio y sus manos son igual o tanto más mágicas que las de Roberto. Se demoró en mí al principio para conocerme bien y saber lo que yo quería, contrario a los otros, que solo les importaba terminar y recibir su pago. Me hizo preguntas, me escuchó, me dió consejos y cuando yo ya estaba totalmente entregada me hizo el tinte y el corte perfectos. Estoy tan felíz que quiero gritarlo a los cuatro vientos: TENGO NUEVO PELUQUERO!!

El tema del peluquero es delicado porque dependiendo de las circunstancias esa persona puede convertirse en tu peor enemigo o en tu mejor amigo, por eso merece la pena tomarse un tiempo para encontrar el ideal de cada una. En este caso no aplica eso de “más vale malo conocido que bueno por conocer” porque al fin y al cabo tú estás pagando por un servicio y quieres que los resultados sean los mejores y tú puedes tener perfecta idea de lo que quieres y cómo te quieres ver pero si el ejecutor no ejecuta bien, estás más que frita.

Historias más trágicas que la de Romeo y Julieta ocurren todo el tiempo en la peluqueria: un mal corte, un tinte que no se fijó bien, una quemada con la plancha y la relación nunca volverá a ser igual. La confianza en tu peluquero tiene que ser total, de hecho hay solo tres personas en tu vida a las que debes tenerles una fe ciega: tu abogado, tu ginecólogo y tu peluquero. Porque cuando una va, se sienta y se pone la capa, está completamente en sus manos, y se trata del futuro de nuestra imagen personal. Si algo sale mal por supuesto que puede arreglarse, pero -al menos en mi caso- se convierte en un “nunca más”.

Y a eso hay que agregarle el factor dinero. Mi relación con Roberto (mi anterior peluquero) era perfecta porque además de siempre dejarme bella (aunque a veces ni yo misma sabía lo que quería) tenía la cualidad de no cobrarme para nada caro y cuando se fue (porque  literalmente despareció de la faz de la tierra) me vi enfrentada a peluqueros que querían cobrarme el doble...el doble por el mismo trabajo! y saben una cosa? un par de veces acepté, y viví las siguientes semanas para arrepentirme por pagar tanto por un trabajo con el que no estaba 100% felíz. Los precios varían tanto...y la mayoría de las veces no pagas más por el producto o la mano que te corta, sino por la ubicación y el simil cuero de los asientos en el color de moda.

Mi historia llegó a un final felíz no sin antes pasar por algunas penas y desiluciones, pero lo siento por aquellas todavía están en el difícil camino de encontrar la peluqueria de sus sueños con el peluquero ideal. Solo me queda decirles que tengan paciencia...una tiene que probar todos los sabores de helado para saber cual es su favorito. Suerte!
*Por Mexicana




2 comentarios:

  1. Felicidades por un post tan educativo,al menos para quien quiera entender.
    Un beso.

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  2. Me carga ir la peluquería, principalmente porque odio que me toquen el pelo, solo voy paro los casos extremos... o sea, cuando falla el color y cuando el largo o corte ya no me gustan, porque no soy de las que consideran que quitarle 3 cm al pelo es cortárselo, si no cambia de forma no es corte...jajajaj, sorry en este sentido soy más radical.
    Por lo menos ya encontré mi peluquero, que es una maravilla en cortes y que yo lo diga es una gran gracia, porque mi tipo de pelo no puede ser cortado como cualquier otro, no es solo saber manejar las tijeras... sino hacerlo con maestria (Mario, en el Sebastián ferrer del alto las condes)

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