Para comer bien en ConCon
Hace mucho que no les doy ninguna recomendación de restaurante, es que la verdad no he pasado ultimamente por lugares muy acertados y como soy de la idea de que la buena onda es gratis pero la mala onda no puede uno que andar tirandola por ahí, no he reseñado mis últimos encuentros gastronómicos. Pero el que viene a continuación vale la pena mencionarlo, aunque estoy pensando que quizás la única que no lo conocía era yo.
El Esclavo Personal y yo salímos ayer con rumbo a la V Región después de un opíparo desayuno preparado por él, ya que cuando no trabaja en la oficina tiene que cumplir con sus labores de esclavo. Subimos gatos y petacas al auto y partimos con rumbo conocido (tan conocido que el auto ya casi se va solo, pero nunca tan tontos como aquella gringa que puso piloto automático en la casa rodante y se fue a dormir). Llegamos y dejamos a los gatos instalados como dueños y señores de la casa y de nuevo partimos ahora con rumbo a ConCon a hacer lo que mejor se hace ahí: comer pescados y mariscos.
Hace como 2 años -¿o ya son 3?- quedamos viudos del nuestro restaurante favorito en este lugar, el Amor Platónico, del que eramos clientes regulares, tanto que llegabamos a abrirlo y lo cerrabamos en la noche, pasando entremedio aperitivos, entradas, botellas de vino, los platos de mar más ricos que yo he probado, postres, bajativos al atardecer (ya casi anochecer), acompañados a veces por el chef conversando y a nuestros pies el perro viejo pastor inglés que se dejaba poner lentes y sombrero para que le tomaramos fotos. Supongo que eramos los únicos clientes porque tuvieron que cerrarlo y nos quedamos con las caras largas.
Como no terminamos de conformarnos con “la picá de Emeterio” que no pasa de ser mas o menos buena, durante este último año comenzamos a probar sistematicamente los restaurantes de la orilla de mar en ConCon (porque cómo vas a comer mar sin estar a la orilla del mar), “La Gatita” quedó simplemente fuera de concurso porque a mi juicio ese restaurante no se merece una fila de una o dos horas para comer un pescado que tardan 15 minutos en preparar y te miran con cara de “coma y vayase que hay gente esperando”. Ayer, al fin! dimos con el sustituto de nuestro añorado Amor Platónico (y yo al fin llegué al punto de este post, por Dios que manera de darme vueltas).
Aquí Jaime fue el elegido de los pocos que nos quedaban por visitar (el anterior, Calipso fue bueno pero la proporción precio calidad quedaba ahí nomás). Llegamos ayer a buena hora porque todavía había estacionamiento y tomamos la última mesa con vista al mar (están poniendo piso a una terraza maravillosa que estoy segura de que en el verano será un hit). De entrada unas machas a la parmesana (es nuestra entrada, la pedimos en todos lados y hacemos comparaciones...hasta ahora no hemos encontrado las que tienen parmesano y pesto, son lo más!), un Sauvignon Blanc de viña Leyda que estaba justo en su punto de frío y comenzamos a disfrutar.
No voy a detallar toda la comida, pero confíen en mí, fue muy buena, basta ver cómo quedó mi plato en la foto de abajo. Fue una agradable e inesperada sorpresa en sabor, la atención estaba bastante bien (el mozo se equivocó con la salsa de mi pescado y mientras lo arreglaban en la cocina el pobre hombre se deshacía en disculpas), y llegamos a la cuenta. No es picada, pero no tiene nada de picada (ni calidad, ni sabor, ni atención ni ambiente ni nada, porqué habría de tener los precios?) pero valieron las 30 lukitas que pagamos por pareja porque lo disfrutamos a concho y ninguna vez durante las casi tres horas que duró la comida añoramos a nuestro anterior consentido de la V Región.
Si andan este fin de semana por ahí, vayan a conocerlo y a probarlo. Si ya lo conocen vayan a repetirse el plato, vale la pena. Vayan temprano eso sí, porque se llena a tope y vayan con tiempo porque vale la pena quedarse y disfrutar. ¿Soy la única que no había ido? ¿Ustedes ya lo conocían? ¿Qué les pareció?
*Por Mara
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