16 de mayo de 2011

El insensato mundo de hoy: Rumores

El poder de la palabra
 

La semana pasada el Padre Luis Eugenio Silva cometió intento de suicidio después de enterarse de que un canal de televisión estaba realizando una investigación y preparando un programa en el que supuestamente sacaba a la luz conductas impropias de connotación sexual por parte del párroco. Entiendo que ese fue solo uno de los motivos que lo llevaron a esta triste decisión, pero también entiendo que haya sido la gota que derramó el vaso.

Al final el intento no pasó de eso y el canal de televisión emitió un comunicado diciendo que no estaba preparando ni investigando nada, pero quedó al descubierto una vez más el poder inconmensurable que puede llegar a tener un rumor y las proporciones de bola de nieve que alcanza especialmete en estos tiempos de redes sociales, mensajes de texto casi sin costo, medios de información descontrolados y sitios web que dicen tener las noticias sin siquiera investigarlas.

El rumor no es una verdad ni es una mentira, al menos no en su forma absoluta. Se trata más bien de una mezcla de ambas, una invención con tintes de realidad que es lo que le dan el poder para encender la mecha, tiene un objetivo determinado y condiciona la conducta de las personas por sobre la información objetiva.

Antes de twitter, facebook, chat, messenger y las comunicaciones globales el rumor se extendía “de boca en boca” y era más o menos fácil encontrar de donde -o de quien- había salido el rumor original, incluso hay estudios en psicología que demuestran el efecto de “telefono descompuesto” que puede tener un rumor cuanto más es difundido. Ahora, con los dedos en el teclado uno es libre de escribir lo que quiera y lanzarlo al mundo cibernético sin apenas dejar un número de dirección IP como referencia de origen.

La forma más común en la que ahora nos llegan los rumores son los mails, esos que te avisan de -por ejemplo- conspiraciones por parte de las compañías farmaceúticas  para que tomes más medicamentos o los que te mandan los compañeros de oficina para contarte que el jefe se fue con la fulanita después del almuerzo y no han regresado, o la conversación de pasillo sobre el bono que recibió en el sueldo algún compañero de trabajo.

Los alcances de un rumor son insospechados, y aunque generalmente el que lo lanza tiene un objetivo probablemente maquiavelico, después hay gente que lo difunde sin tener la menor idea de que está siendo manipulada y de que en algún momento le hará mal a alguien.

Por eso si a tí te llega un rumor, uno de esos disfrazados de verdad o peor aún, de “descubrimiento”, no le des para adelante con facilidad, no apretes “forward” en tu correo electrónico ni lo compartas en las redes sociales. Al menos trata de informarte antes, de buscar por todos lados y de formarte un juicio lo más objetivo posible. Recuerda que nunca se sabe cuando te va a tocar a tí que te aplaste la bola de nieve...¿o ya te tocó?

*Por Mara

2 comentarios:

  1. En relación a la introducción, creo que quien nada hace nada teme. Nadie se intenta suicidar si le investigan cosas que no ha hecho.

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  2. Tienes razón, mas honorable sería enfrentar las acusaciones y salir airoso de ellas, pero en este caso había un antecedente de depresión severa...enonces el suicidio adquiere otro significado porque cuando estás con depresión no te sientes con fuerzas para luchar contra nada, no quieres ni levantarte de la cama, mucho menos vivir.

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