Lo que no queremos ver
¿Sabían ustedes que en Chile el 35,7% de la mujeres reconoce haber sufrido violencia durante su vida?
Ayer leía en la revista Ya la historia de la mujer que es el rostro de la nueva campaña del SERNAM en contra de la “Violencia Intrafamiliar ” (se entiende que hacia las mujeres). La sociedad siempre se imagina que la violencia familiar se da familias de bajos ingresos económicos o sobre mujeres dependientes económicamente que aguantan todo a cambio de seguridad económica o para que sus hijos no atraviesen una ruptura familiar.
El caso de Alejandra rompe todas las creencias mencionadas. Alejandra, ex-bailarina de Música Libre (para nuestras lectoras más jóvenes, Música Libre sería como el equivalente a Yingo de los años 70… guardando las proporciones del caso, claro) e Ingeniera de prestigio sufrió de violencia a los 50 y tantos… con hijos más o menos grandes, separada y con una estabilidad económica que ya la quisieran muchos.. o sea.. con una vida armada y estable.
Alejandra aguantó los maltratos, tanto físicos como sicológicos, por 4 años, hasta que un día el susodicho casi la mata a patadas y su hermana finalmente la convence de hacer la denuncia.
La historia de Alejandra es triste, es difícil imaginar que esto le pase a una mujer bonita e inteligente, pero pasa. No les voy a contar toda la historia, ya que pueden leerla on-line en el sitio web del diario, pero sí quiero rescatar unos puntos importantes, en los que todas debiéramos fijarnos, no solo para no ser víctimas de violencia, sino también para no convertirnos en cómplices de ella, porque hay quienes dicen que no se meten porque son asuntos de pareja… o sea.. una discusión o una infidelidad puede ser asunto de pareja… pero estamos hablando de violencia… es lo mismo que si nadie se hubiese metido en la segunda guerra a defender a los judíos porque “era un asunto entre ellos y los alemanes”.. las injusticias son injusticias… y el que las ve y no se mete es cómplice y punto.
Primero: Alejandra dice que el Desgraciado la deslumbró en un comienzo y luego se transformó en un ogro… OK, la gente cambia un poco a medida que la relación avanza porque se va relajando y bajando al guardia, pero un cambio radical de trato y la falta de respeto no son “relajaciones”, este es el primer indicador de que algo anda mal… no estemos ciegas a esta primera señal, porque si aguantamos algo en este punto, eso da paso para que el agresor vaya al siguiente nivel.
Segundo: Al final de la historia alguien (anónimo) le entregó un CD con información que respaldaba la conducta violenta y otros casos de agresión cometidos por el Desgraciado… yo me pregunto… ¿dónde estaba esa persona antes?... ¿cómo pudo callarse algo que se sabía y arriesgar a que a otra le pasara de nuevo?
Tercero: ¿Dónde estaba la familia de Alejandra cuando todo esto pasaba? ¿Por qué alguien no la encaró y le dijo cómo se veía la situación desde afuera?, claro, porque el Desgraciado la tenía convencida que todo era culpa de ella. Nadie le dijo nada… salvo su padre después de muchos años… Y lo otro que me llama mucho la atención fueron las palabras del hijo que la encontró después del último ataque… “Esta vez te pasaste”.. ¿esta vez?... o sea que no era la primera??? Y nadie hizo nada??
Cuarto: ¿Dónde está la justicia? La denuncia fué puesta en el 2009, pero el juicio recién empezó el 2011 y la sentencia fue tener que ir a firmar y listo!... plop! ni siquiera su reputación se vio afectada...
Conclusión: La violencia intrafamiliar no solo tiene víctimas y victimarios, sino que también muchos cómplices que simplemente se hacen a un lado viendo como todo pasa…, así que nuestro mensaje es:
No permitas que te conviertan en víctima… y tampoco permitas que otra lo sea.
Por Malú