Salud!
Esta frase la dijo anoche una amiga en una reunión y me dio mucha risa escucharla, pero después me di cuenta de las serias y profundas implicaciones que tiene. Es lo que se llamaría sabiduría popular; así como en los tiempos de nuestros abuelos y tatarabuelos que los consejos se pasaban de padres a hijos y de familia en familia por medio los refranes, ahora existen frases que a primera vista -o más bien a primera oída- son jocosas y nos hacen reír a todos, pero esconden un verdad tan desnuda que nos dejan dándole vueltas al ratón dentro del cerebro.
Todo comienza cuando se sirve la primera copa, ahí los presentes están todavía muy compuestitos, sentados con la espalda recta y las piernas juntas -en el caso de las mujeres- hablando como la gente y preparándose para pasar un buen rato. Después de varias copas el panorama cambia radicalmente, hay gente sentada en el suelo, se han formado sub-grupos y el volumen de la música va subiendo en compentencia con el tono de las conversaciones. Ahí te das cuenta de que todo el mundo lo está pasando bien, incluso los que no beben alcohol.
Si, porque tampoco falta entre la selva amiguística el que bebe coca cola o agüita mineral y a ese también hay que respetarlo...si tampoco se trata de ponernos todos hasta las manitas de borrachos para pasarlo bien. Cada quien sabe cuanto y hasta cuando beber, pero no me pueden negar que en este país el común denominador en la presencia de cualquier celebración, asado, fiesta, reunión, picoteo o como quieran llamarle, es el copete.
Pero el punto es que al rededor de un par -o más- de buenas botellas de vino nacen amistades que durarán para siempre...o al menos hasta que se acabe el carrete, la gente se pone más amigable y hasta amorosa y romántica. Bien dicen los hombres, después de la cuarta copa se van las feas (malditos! otra frase de sabiduría popular!), las inhibiciones se quedan guardadas y todos somos amigos y nos amamos y nos llevamos bien y descubrimos que tenemos mil cosas en común con el extraño que estaba sentado al lado tuyo y que acaban de presentarte y terminan haciendo planes para ir a eskiar la próxima semana y se pasan teléfonos y direcciónes de mail, y se cuentan la vida entera en dos minutos...y a otro día entre que te acuerdas solo de la mitad de lo que pasó y te preguntas cuanto de la otra mitad fue cierto, uno no sabe si llamar para ver lo de irse a eskiar o enterrar el momento un vergonzoso pasado.
Una de las primeras frases que aprendí en Chile fue el clásico “¿somos o no somos amigos?” dicho mientras se abraza al compañero y se chocan las copas con tal fuerza que corren peligro de romperse. Y aunque ahora tengo amigos a los que solo veo en condiciones “copetísticas” igual son mis amigos y lo pasamos chancho cuando nos runimos.
Y como toda reflexión cierta esta tiene que ser corta, ya que las explicaciones largas sobre cosas bien sabidas terminan aburriendo, solo quiero concluir diciendo que por lo menos en mi caso, el copete une, y con fuerza.
*Por Mara
jajajme acabo de dar cuenta que aprendiste mal la frase... jajaj no es "¿somos o no somos amigos"? sino "¿somos amigos o no somos amigos?"
ResponderEliminarPero es cierto... el copete distorsiona la amistad.. aunque sea solamente algo temporal (mientras dure el carrete), porque es bien sabido que durante un choque de copas más de alguna nueva amistad se ha forjado y otras tantas se han desarmado