La Sal de la Vida
Con el esclavo hicimos una estratégia infalible para sortear los peligros del día del padre en el supermercado y el mall. Nuestra misión era comprar lo necesario para la semana, bajar al sodimac y comprar plumavit para aislar las ventanas del departamento y no gastar tanto en calefacción y yo tenía que ir al mall a comprar un libro que no podía esperar más. Lista en mano enfilamos al súper que está al lado del mall.
Juntos nos repartimos la lista y en un tiempo record estabamos en la fila de la caja listos para pagar, llevamos la mercadería al auto, él se fue al sodimac y yo me arme de valor para ir al mall en uno de los días más difíciles para sortear las oleadas de parejas con niños (muchos niños) deambulando sin rumbo, buscando el regalo para el papá, el abuelo, el tío y todo padre de la familia para luego reunirse en los restaurantes a festejarlos.
Me fuí a la Librería Antártica y pregunté por el libro, el chico que me atendió en la puerta, sin consultar ni siquiera me respondió que el libro estaba agotado. Me ajsuté la armadura y salí de nuevo entre la gente para llegar a la Feria Chilena del Libro, donde nuevamente un chico me antendió y me dijo que el libro estaba agotado y que no se estaba imprimiendo más. Me indigné y me puse a curiosear por la librería, me fuí directo a los autores latinoamericanos y ahí estaba, en todo su esplendor y casi en mi nariz: el libro que estaba buscando.
A hacer la fila...mucha gente comprando libros para el papá. Mi paciencia en este tipo de casos se agota porque cuando parece que uno más tiene prisa, la cajera es más lenta, la línea del red compra se atasca y todas esas cosas que siempre pasan pero que una siente que le pasan solamente a una. Mi súper estratégia para sobrevivir al mall el día del padre estaba a punto de fracasar! Al fin llegué a la caja y la chica marcó el libro, me dijo el precio y yo abrí mi bolso gigante rojo buscando mi billetera.
En ese justo momento, la imagen de mi billetera en la mesa de la cocina se materializó en mi mente. Noooo! le pedí disculpas a la cajera y salí de la fila, tomé mi celular y traté de llamar al esclavo para que viniera a pagar el libro. El esclavo no traía su celular con él...se había quedado en la mesa de la cocina junto con mi billetera.
Quería gritar y matar a alguien. Volví al estacionamiento del supermercado y ahí estaba el esclavo esperandome con todo listo para partir y hacer nuestro rico almuerzo estratégicamente planeado. Le expliqué lo que pasaba, yo muerta de rabia porque todo mi plan se había se había echado a perder, me miró y me dijo: “bueno, pues vamos a pagar el libro” con una calma y una tranquilidad que se me traspasaron inmediatamente y mientras sorteabamos de nuevo a la gente (más gente porque era cerca de la hora del almuerzo) caminaba de su brazo a paso lento con una sonrisa en la boca y pensando “este tipo de contratiempos no es nada...son la sal de la vida”. Les pasan este tipo de cosas a ustedes también o sólo a mí por obsesiva?
*Por Mara
de todo un poco???
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