El síndrome de Maleta Extraviada
De chica quería ser aeromoza o como les dicen ahora azafata, o asistente de vuelo...siempre les cambian el nombre pero sigue siendo el mismo puesto. El asunto es que mi pega ideal durante muchos años fué esa porque lo único que quería era viajar, pasar con la dichosa maletita, el uniforme y los tacos altos por el aeropuerto con ese aire de modelo de pasarela que tienen las azafatas (o tenían, en realidad).
Como siempre pasa con la adultez, crecí y me di cuenta de que era un trabajo casi como cualquier otro, que las azafatas terminan odiando los aeropuertos, la maletita y los tacos altos y lo único que quieren es quedarse en su camita una hora más y no tener que servir la enésima bebida al enésimo pasajero que se queja de que son lentas...y más encima con una sonrisa.
Todavía sueño con una pega que me permita viajar, aunque no tan seguido como 4 o 5 veces a la semana y que no signifique pasar más tiempo en el avión que en el lugar de destino. Soy víctima de lo que yo llamo “El síndrome de maleta extraviada”.
Debo aclarar que este síndrome lo inventé yo, o más bien, el nombre lo inventé yo. El síndrome estoy segura de que en cuanto lean de lo que se trata, más de un@ se sentirá identificad@ y sería bueno saberlo, porque aunque eso de que “mal de muchos consuelo de tontos” es verdad, siempre es bueno enterarse de que una no es la única freak del planeta.
En fin, que los síntomas de este síndrome son muy parecidos a lo que le pasa a una maleta extraviada sin etiquetas, sin destino ni dueño y que va de aquí para allá, lo ha visto todo y si hablara sería la guía de viajes más completa del mundo. Si te gustan los aeropuertos, subirte a los aviones, no te importa si vas en bus, en auto, en tren, las escalas no son un cacho, sino una excusa de aventura, aunque eso signifique pasar 5 horas en un aeropuerto o tener que dormir en una estación de buses o trenes con tu bolso abrazado y la maleta de almohada para que no te la roben, si la alegría te invade antes de comenzar un viaje y la tristeza se apodera de tí cuando la aventura llega a su fin: DIAGNOSTICADA: tienes el síndrome de maleta extraviada tú también.
Viajar es lo mejor del mundo! Te saca de la rutina, conoces nuevos lugares o re-visitas otros que te han gustado, es una oportunidad para conocer gente, o si vas emparejada puedes pasar más tiempo de calidad con tu pareja. Además, siempre me ha pasado que cuando viajo con amigas o en grupo, llego a la conclusión de que no hay mejor manera de saber si de verdad soportas o no a esa persona que viajando...ahí salen todos los trapitos al sol!
Para mi viajar tiene todas las ventajas del mundo: te diviertes, conoces, te culturizas, te desestresas, aprendes. Y solo dos desventajas: inevitablemente tienes que volver a tu lugar de origen y no es algo que se pueda hacer si no tienes platita...al menos no en las condiciones y frecuencia que a mi me gustaría. Y tú, ¿tienes el síndrome de maleta extraviada?.
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