Para ir de a dos
Hay que partir diciendo dos cosas que hacen que este restaurante sea ideal para citas románticas. La primera es que está en el barrio Concha y Toro, un lugar de otra época que ofrece unas vistas espectaculares. La segunda, es que por dentro todo es a media luz y aunque hay mesas para grupos y hasta un área de lounge de lo más moderna, también hay por aquí y por alla varios rinconcitos para enamorar y enamorarse.
Zully es un restaurante que se caracteriza por haber mantenido su línea de comida fusión desde que fué abierto hace ya casi 7 años, a diferencia de otros en el mismo barrio que han ido migrando según la tendencia, en dirección a ofrecer versiones elegantes de comida criolla.
Partamos por lo básico: la comida. Yo no soy gran amante de la comida fusión, porque la mayoría de las veces te sirven una hoja de lechuga con tres camarones bañados en una “salsa de espuma de mousse de vinagreta de no-se-qué” y adornados con una hojita de menta y dos fideos fritos...terrible! Uno se queda con la sensación de que no comió nada y pagó el triple.
La comida del Zully no peca ni de mucho ni de poco, es la medida precisa que te permite disfutar de una comida rica sin sentir que te pasaste. El menú no tiene muchas opciones y uno lo entiende cuando te traen plato delicioso y hermosamente presentado...hay que ponerle arte. Me gustan esas comidas donde aunque tienes varios ingredientes juntos, puedes sentir los sabores de cada uno de ellos y la forma en que se combinan todos a la vez. Es como disfrutar de una buena sinfonía, escuchas claramente el papel que cada uno de los instrumentos juega y también puedes disfrutar de las armonías que crean juntos.
Luego el servicio: habíamos reservado una mesa para festejar un aniversario y al principio nos dieron una mesa cualquiera para dos personas, pero luego se dieron cuenta de que era un error y nos pasaron a la cava. El mozo nos atendió con maestría y elegancia para no interrumpir la conversación o los momentos románticos.
La cava...tengo que volver al asunto de la cava porque es preciosa, chica, subterranea y oscura...estaba frío esa noche y nos pusieron una estufa para calentarnos, nos prendieron velas, nos pusieron música romántica sin llegar a lo terriblemente meloso y la verdad lo disfruté muchísimo. Hay pocas mesas ahí abajo así que si quieren cenar ahí reserven con mucha anticipación especialmente si es fin de semana, lo mismo pasa con la terraza que se llena rápido y es igual de linda, con su fuente al medio y flores.
No tiene página de internet, pero si lo googlean leerán las mejores y peores críticas que le han hecho.
El asunto de los precios...pequeño detalle. No es barato, no es de “precio razonable”...es para ocasiones especiales. Es un lujo...pero claro que lo vale!
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