Conciencia Casquivana: Donación de Órganos

¡Hay tanto por hacer!

Este tema me trae con la cabeza ocupada desde que el domingo pasado leí un post en el blog de la opinante con la historia de Roberto, un paciente en espera de un transplante de corazón, que lo necesita con urgencia ya que ahora se encuentra con un corazón artificial pero no podrá estar así mucho tiempo.

Se que es un tema delicado y que cada quién tiene su opinión muy propia respecto de la donación de órganos, pero creo que hace falta una mayor conciencia sobre lo que significa. Vamos por partes, para empezar, en general no existe mucha información al respecto...o sea, si te pones a buscar en internet por supuesto que encuentras mil sites donde se explican los procesos, mecanismos, derechos y hasta motivaciones de la donación de órganos, pero eso sucede cuando ya estás interesado en el asunto. Y -como diría Cantinflas- “Ahí está el detalle”, porque lo que falta primordialmente es que la gente sepa que existe la opción de donación de órganos y se interese por ella.

A ver, diganme, ¿cuantas veces pensamos en la donación de órganos? si acaso cuando renovamos la licencia de conducir y nos preguntan (y eso si te preguntan porque conozco gente a la que no preguntaron y aparecen como no donadores), o cuando nos enteramos de un caso de cerca, ya sea de primera mano (un familiar, un amigo, alguien que conocemos) o de rebote (como en el caso del blog o las campañas de Felipe Cruzat) y nada más.

Si este tema es igual o más importante, ¿porqué no existen campañas en los medios de información masiva,  similares a las que instan al uso de condón o a dejar de fumar? Si nos explican los riesgos de no usar condón o los beneficios de dejar de fumar ¿porqué no nos explican también la motivación y los mecanismos de donación de órganos?. Y me voy a atrever a ir todavía más lejos con esta pregunta: ya que los legisladores se han puesto tan paternalistas ultimamente, tratando de aprobar leyes que nos dicen qué, cómo, cuando y hasta en qué cantidad (comer, fumar, tener sexo, beber), ¿porqué no mejor encuentran una forma de legislar sobre este tema?

Me parece muy importante que la donación de órganos sea una opción siempre presente en nuestra idiosincrasia,  no que se trate solo de una pregunta que se les hace a los familiares cuando la pérdida de un ser querido es inminente. Por dos razones: primero, porque cuando están en esa situación, los familiares no tienen la cabeza clara, el dolor es más fuerte y lo único que quieren es aferrarse a la esperanza de que la persona puede vivir, en cambio aceptar la donación podría significar aceptar la muerte; y segundo, porque puede ser que aunque la persona sea donador voluntario, la familia no lo sepa o por ignorancia del proceso y lo que significa, ignoren la voluntad del paciente e impidan la donación.

Y ¿cómo se logra eso? pues a través del mismo mecanismo que se logran muchísimas otras cosas beneficiosas para la sociedad: EDUCANDO. Y miren que la educación abarca la difusión, información, experimentación y hasta otros procesos que no se nos ocurren mucho, como el apoyo social y la motivación.  Si la gente -TODA LA GENTE- está consciente de que existe la opción y de que el procedimiento es llevado a cabo con el máximo respeto a la integridad del donante, estoy segura de que entonces habría muchos más donadores.

Y la otra arista, la de la legislación. Anoche por twitter, el Ministro de Salud Jaime Mañalich decía “En mi opinión, el peor favor que se le puede hacer a quien espera un transplante es una campaña de búsqueda de donante”. Por supuesto me pareció una declaración muy fuerte y le pedí que se explicara, a lo que respondió: “donar es un acto generoso y anónimo, si los familiares son presionados dirán que no”.

Tengo que aclarar antes de seguir adelante, que en la conversación twittera de ese momento no se hablaba de la donación como una obligación, tampoco de ir a pedirle a alguien en concreto que donara el corazón de un ser querido, sino que se hacía un llamado de difusión masiva para dar a conocer el caso de Roberto, el paciente al que se refiere el post que menciono arriba.

En todo caso, le encontré razón al ministro en eso de que si se pide con insistencia o se llega a la presión, es menos probable lograr la donación, debido a la naturaleza generosa y anónima de esta. Lo que no entiendo de esta arista en particular -y espero que si alguien lo entiende, me lo explique por favor- es porqué los familiares pueden cambiar el estatus de donador o no donador de un  paciente. Me explico: yo soy donadora por convicción férrea, lo dice mi carnet, lo saben todos mis familiares, mis amigos y todo el que haya hablado del tema conmigo, sin embargo, con mi primer marido sostuvimos más de una pelea fuerte por este tema ya que él me decía que no permitiría que se donaran mis órganos...en sus propias palabras “no voy a permitir que te dejen toda tasajeada e incompleta antes de enterrarte” (otra señal más de ignorancia) y yo decía ¿porqué? ¿porqué si yo elegí, estando en mis cinco sentidos, ser donadora de órganos, alguien más puede cambiar esa decisión?

Ahí es donde entra la parte de legislación que creo que es necesaria...que se prohíba cambiar el estatus. Cada quién, decida lo que decida, debería tener la última palabra sobre este tema. Entiendo que hay gente que debido a creencias religiosas o de otra naturaleza, se opone a ser donador, y lo respeto como respeto la opinión y acción de cualquier ser humano (esté o no esté de acuerdo con ella), pero lo que no entiendo es que cambien la voluntad de una persona cuando ya fallecido no puede hacer nada para evitarlo.

Me alargué ya mucho con este post, solo quiero terminar diciendo que aunque a la ciencia médica no hace mucho se le concedió el privilegio de prolongar la vida, devolver la vista y restaurar funciones orgánicas complejas, a través del transplante de órganos, parece que al ser humano todavía no se le concede el don más necesario: el de SER humano con sus semejantes.

Espero con todo mi corazón que Roberto y todas las personas en espera de un transplante, tengan la oportunidad de seguir viviendo, con la ayuda de un donador.