11 de diciembre de 2011

Opinión Casquivana: Mente Enferma

¿Ángel o Demonio?

Se que es noticia de antes, que ya ni  es trending topic en twitter y que ya lo descueraron en todos los blogs, páginas de facebook, programas de televisión y las sobremesas del carrete del pasado fin de semana. Pero ahora que estoy trabajando no pude darme el lujo de perder mis sagradas 6 horas de sueño para ver la entrevista en “mentiras verdaderas” así que gracias al dbox lo dejé grabando y por fin ayer en la tarde pude verlo.

No les voy a mentir: lo vi con interés malsano, lo diseccioné cual bicho raro  en la mesa del laboratorio, adelanté y regresé algunas partes, me repetí algunas preguntas y después de mucho pensarlo, darle vueltas y tomarmelo muy en serio, llegué a dos conclusiones: una que tiene que ver con él tipo en cuestión y otra con el entrevistador.


A él me voy a referir primero aunque no sea el tema de este post, porque lo vengo viendo desde que entró al La Red y aunque no me convencía mucho al principio, debo confesar que después de venir siguiéndolo por un tiempo en twitter y  verlo en esta entrevista, lo único que puedo decir es: “Eduardo Fuentes es seco”. Me gustó verlo en la entrevista, me encantó su premisa de tolerancia ante todo, no estaba jugando a ser el bueno, el que tiene la razón ni el que está de parte de la mayoría (lo cual en la televisión es el camino más fácil para subir el rating); se cuidó de emitir juicios, de actuar como juez y parte y dejó claro que él es un comunicador. No es Dios y no juega a serlo en la caja lela. Bravo Eduardo.

Con respecto a Mente Enferma, la verdad me había interesado mucho verlo, un poco por morbo y otro poco porque el miércoles estuvimos en casa de unos amigos que me estuvieron contando de la entrevista y quedé más intrigada que antes. Mis amigos piensan que está loco, enfermo y que necesita ayuda. Yo pienso más o menos lo mismo, pero no exactamente. Lo único que les quiero decir es que yo se la compré. Mátenme, pero sí, yo se la compro.

Pero antes de que me crucifiquen escúchenme. Bueno, léanme pues. Este tipo no está loco, no está enfermo...si acaso tiene la necesidad de atención más marcada que el promedio, pero hasta ahí llega. Buscó y buscó y buscó por varios caminos desde su adolescencia una forma de llamar la atención tomando posiciones extremas (como el movimiento nazi, el rock pesado, una imagen dark, una preferencia homosexual, alcoholismo) hasta le dió el palo al gato y nada más y nada menos que por gracia de la ministra del Sernam consiguió lo que quería: sus 15 minutos de fama. Lástima que Carolina Schmidt haya sido la que le pavimentó el camino porque le hizo el favor más grande de su vida: lo puso bajo el reflector y aunque por tres minutos ella fue la heroína eso sin duda ya pasó.

Es él quien está en control de todo. Este tipo sabe exactamente qué decir, en qué momento y en qué tono para provocar la reacción que él quiere en el momento preciso en el que le sacará más provecho (de ahí tanta contradicción en sus dichos). Primero se disculpa, luego dice que no se arrepiente, luego se arrepiente “de la forma en que lo hice” y tres minutos después lo sigue haciendo.

Pero de que es inteligente, es muy inteligente. Explota un rasgo no solamente chileno, sino humano que tiene que ver con el doble estándar, con la poca tolerancia a los que piensan, actúan y viven de manera diferente a “la gente como uno”. Él se defiende diciendo que esta sociedad está llena de hipócritas y que lo que él no tienen miedo de callar es lo que la gente piensa pero no dice. Yo le doy la razón.

Lo han criticado hasta el cansancio por el asunto de las gordas, por poner las fotos y escribir los posts, pero pocos se acuerdan de que durante varios días circularon en este país las fotos de la ex-presidente Bachelet en traje de baño en una playa y aunque los medios -por miedo, no por respeto- no mencionaron jamás la palabra “gorda”, en numerosas ocasiones se hizo alusión a su figura redondita, a que no se cuidaba y vamos, que las fotos circularon por algo y no fue precisamnte por dar la noticia de que estaba de vacaciones. A esto hay que agregar que a esta misma mujer, en pleno mandato presidencial la llamaban cariñosamente “La Gordi” y nadie se lo tomó como discriminación, ni grosería ni nada más allá que una anécdota graciosa para salpicar al gobierno.

Otro ejemplo de este tipo de situaciones “aceptables” es un día en el programa “Mañaneros” en el que les preguntaban a los galanes del momento (ajá) cuál era el tipo de mujer que les gustaba. Ahí salieron desde el argentino Bernardo Borgeat hasta Karol Dance pasando entremedio por alguno que otro famosillo y gente “de a pie”, todos diciendo sin falta ni complejo que les gustaban flaquitas, acinturadas y sin rollos. Eso señores, es la misma gata pero revolcada (como diría mi abuela) y sí, ya se que hay formas y formas, pero la adolescente que mira eso (y otros programas, tampoco es que este sea el mismo diablo) le llega el mismo mensaje que Mente Enferma quiere dar: “no comas, a nadie le gustan las gordas”.

Entonces ¿a qué tanta condena? ¿para qué rasgarse las vestiduras? ¿Por qué pedirle a la justicia que lo castigue, a la sociedad que lo margine y al mismísimo Dios que baje su dedo acusador y lo aplaste? Nada de eso, a mi me da por pensar que con la habilidad que tiene para manejar a la masa, lo ponemos en una agencia de publicidad o a dar seminarios de cualquier cosa y el tipo la rompe. ¿o no?
*Por Mara
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