1 de diciembre de 2011

Insensata en la oficina: Primer día de pega.

¡A la carga mis valientes!

Ayer en la mañana desperté y lo primero que pensé fue “al fin llegó el día en que dejo de ser una desempleada y vuelvo a engrosar las filas de los asalariados de este país...yupi!!!” y después de levantarme para darme una ducha y arreglarme partí de lo más feliz del mundo al primer día en mi nueva pega. Como todo nuevo empleado que se respete, llegué 5 minutos antes de la hora de entrada, así que tranquilamente me puse a revisar internet en el teléfono mientras esperaba a mi jefe para conocer mi lugar.

Creo que ese fue el último minuto consciente del día...el resto del tiempo entre las 8:30 y las 18:30 es como un borrón de caras, cargos, ubicaciones dentro de la empresa, correos electrónicos, sistemas internos, comunicaciones y proyectos que pasó demasiado rápido frente a mi como esos días en que el Esclavo maneja el auto hasta Horcón a la velocidad de un Fitipaldi, o cuando en los juegos mecánicos me subía a las tazas giratorias y al bajarme me sentía tan mareada que tenía ganas de vomitar.

Supongo que es común que el primer día de trabajo a todo el mundo lo pase lo mismo. Te presentan a mucha gente con la que no tienes absolutamente ninguna conexión previa y por lo tanto su nombre, cara y cargo dentro de la empresa ya se te olvidaron antes de que la persona terminé de decir “Bienvienida!”, te dicen donde está el baño, la copiadora y la cocina pero uno siempre termina buscando la impresora del piso en la oficina equivocada. Yo hoy me sentía igual de desorientada que Alicia cuando llegó al País de las Maravillas.

Cuando por fin te sientas y enciendes tu computador te inundan con información: políticas de la empresa, misión, visión, valores, políticas de RRHH, procedimientos de entrada y salida, organigrama, información de cada área, firma aquí, da tu número de no se qué, llena esta planilla, lee este manual, y este otro y este otro...”¿alguna pregunta?” la cara de mi jefe se asomó por la puerta como a eso de las 14:00.  Si-le contesté solo en mi mente- ¿a qué hora se almuerza aquí?! pero educadamente le dije que las estaba anotando todas para mañana cuando nos juntemos a conversar.

A eso de las 18:00 ya mis ojos no daban para más después de haber estado casi todo el día fijos en la pantalla, además moría de sueño (claro, 8 meses de no levantarme antes de las 9 de la mañana me quitaron toda la capacidad de madrugar) y aunque trataba de hacer una recapitulación de los sucesos del día y anotar lo más importante para el siguiente día, la verdad es que lo único en lo que podía pensar era en mi camita.

Pero bueno, a pesar de eso ¡me encantó mi primer día de trabajo! es un gran desafío, pero la verdad es que amo los desafíos y estoy segura de que con tiempo y esfuerzo voy a tener buenísimos resultados. Y si creen que en cuanto salí de la oficina me vine a poner pijamas, están muy equivocad@s. El día terminó como debe ser: con un mojito cubano y un Esclavo chileno. ¡Mañana, a la carga de nuevo, a derribar gigantes disfrazados de molinos de viento!
*Por Mara
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