Para perder el tiempo
Ayer con el Esclavo fuimos al cine después de meses sin que nada valiera la pena para pagar la entrada. Pero yo había leído la crítica de “El precio del mañana” y la verdad es que quedé intrigadísima con la trama, así que partimos a verla. Elegímos entrar a la sala Premium Class más por una cuestión de horario que por estar muy de acuerdo con pagar 7mil pesos.
La trama es muy buena, se trata de un futuro en el que la ciencia genética puede detener el envejecimiento humano cuando se cumplen los 25 años, pero eso no quiere decir que detenga el tiempo. De hecho, el tiempo -el verdadero, el que cuenta- comienza a correr para todos a partir de ese momento y solo tienen 12 meses más de vida. Por supuesto, ahora es el tiempo la moneda que vale en todo el mundo; con tiempo se compra todo, incluso un día más de vida.
La sociedad -o mejor dicho, el orden social- es más o menos similar al actual, los pobres (los que no tienen tiempo) hacen todo corriendo, viven literalmente al día y solo les alcanza para ir a trabajar -les pagan al final de su jornada de trabajo, con tiempo agregado- y pagar las cuentas, dormir a penas unas horas y levantarse de nuevo para volver a trabajar y poder respirar, y darle unos segundos más de vida a los latidos del corazón. No pueden darse el lujo de detenerse a conversar, a tomar un café o a mirar la tele porque pierden tiempo y pierden la vida.
Por otro lado los ricos tienen tiempo de sobra. Caminan por la calle tranquilamente, hacen fiestas, se demoran en la cena, toman siestas después del almuerzo...total, nada les apura. Aquí sí que el tiempo es dinero y ellos lo tienen de sobra, se lo pasan unos a otros, lo transan en la bolsa de valores, venden, compran, traspasan tiempo y viven infinitamente jóvenes, guapos, sin envejecer, sin deteriorarse. Pero como no todo es perfecto, los ricos viven con miedo. Miedo a que alguien les arranque su precioso tiempo de las manos y les queden solo unos cuantos latidos en el corazón, así que viven con guardaespaldas que los cuidan hasta cuando están dormidos y no hacen nada que los pueda poner en riesgo.
Definitivamente me recordó cuando vivía en México y la sociedad no era muy diferente de la que está aquí retratadas. La cosa se pone buena cuando ambas “zonas horarias” (no se llaman clases sociales, sino zonas horarias) se encuentran en la formula un poco gastada pero infalible de “Romeo y Julieta” y ahí comienza la acción y desafían juntos el orden establecido y bueno, no hay mucha más novedad en el resto de la película porque ya se imginarán el final. Tiene unos diálogos pésimos y el total de la película (imagen, diálogos, locaciones, recreaciones) es un cliché tras otro, incluidas las miles de referencias retro en la imagen.
Creo que la historia daba para una exclente novela de ficción (de hecho, hubo una demanda por plagio por parte de un escritor que al final terminó en que su nombre fue inserto en los créditos de la pelicula); la primera parte te hace reflexionar muchísimo sobre lo valioso que es el tiempo en relación a la vida propia y cómo sería tener que estar pendiente de cada segundo que pasa y lo que haces con él, esa parte me pareció buenísima, pero la verdad es que como película la recomiendo solo para pasar el tiempo...si es que lo tienes.
*Por Mara