Casquivana de Noche: La Perla del Pacífico

Una caleta en Santiago!

 

Siempre me había resistido a entrar ahí, en parte porque el resturante anterior en la misma ubicación era malísimo. Pero el Lunes pasado hicimos viaje de exploración y nos dimos cuenta de que era el único restaurante del Mall Parque Arauco que no conocíamos y como andabamos de ánimo aventurero, entramos. Debo confesar que mis expectativas eran muy bajas y creo que por eso fué una sorpresa aún mas grande y más agradable de lo que creía.

La Perla del Pacífico  se publicíta a sí misma como “Una cantina con precios de Caleta” y es verdad. No les recomiendo las mesas de afuera al lado de la entrada, porque es como estar comiendo en vitrina, y aunque desde la puerta la larga escalera que asciende al segundo piso desanima a cualquiera, sigan mi consejo y suban...vale la pena. Está pintada como si fueras subiendo un cerro de Valparaíso y comienzas a sentir que estás fuera de la ciudad.

Al llegar arriba es como subirte a un barco...o más o menos porque la terraza tiene piso cubierto de arena y conchitas y a pesar de que había sido un día caluroso en la tarde había una brisita que invitaba al relajo. Hay mesas y sillas clásicas, todo ambientado como la cubierta de un barco y un par de mesas que son como sentarte a comer en una lancha, eso si, con los asientos bien mullidos y forrados de brocados rojos. Qué puedo decir, muy costero pero muy chic.

Lo primero que me llamó la atención en la carta de tragos fue ver Vodka Vanilla Sour. El vodka saborizado ha sido mi descubrimiento del verano y como la vainilla ha sido siempre mi sabor favorito me dije “vale, probemos”. Mi acompañante pidió un pisco sour porteño, que resultó tener unas notas de ají amarillo. Ambos de-li-cio-sos. El pan calientito y dos sopaipillas mini para untar con mantequilla de hierbas y un pebre que no era de supermercado.

La carta tiene todos los platos de pescado y maríscos que se puedan imaginar pero nosotros nos inclinamos por probar todos los picoteos posibles...ahí les va la lista:

Empanadas de chupe de jaiba, se veían bastante clásicas, fritas, tamaño picoteo pero al probarlas tenían un no se qué que las hacía diferentes de todas las que he probado.

Machas a la parmesana, que cuando las ví pensé “mmmh, ahí ya guatearon” porque aunque era un plato generoso, las machas eran chicas. Error! Super generosas en el queso, una combinación de parmesano y otro queso que no supe cual era, pero eran un gusto para el paladar.

Al segundo trago decidimos probar el pisco sour con merkén y yo no me resistí a repetir el vanilla sour...me conquistó!

Siguiendo con los picoteos, los camarones nos hacían agua la boca solo de pensarlos así que nos decidimos por Camarones apanados en panko de muy buen tamaño, bien crujientes, con verdadero sabor a camaron no a camaron congelado y sobre una cama de guacamole muy bien hecho (lo dice una mexicana) y para terminar Camarones al Pil Pil como para chuparse los dedos.

Obviamente ya no nos quedaba estómago para el plato principal, pero no tengo la menor duda de que tampoco nos hubiera defraudado. Nos tomamos otro trago y el cuarto ya no era aceptable porque había que bajar la escalera-cerro de Valparaíso.

El servicio bien atento y bien informado de la carta, se ganaron la propina a pulso. Y los precios? en verdad, de Caleta. Generalmente voy a los restaurantes del mall porque me queda cerca y porque no están tan mal, pero este es de los pocos a los que definitivamente regresaría por darme un gusto. Nada como sentir que estás en la playa cuando en realidad estás en la jungla de cemento un Lunes por la tarde. Les dejo una foto de la escalera, me dejó alucinada. Vamos?