Explorar el Barrio Lastarria
Al menos esa era la intención cuando salímos de casa. Anduvimos caminando un rato viendo lugares, había terrazas para tomarte una chelita de esas que tienen quitasoles en la acera y sillas de plástico verdes o blancas, pero no nos tincaban, no andábamos de ánimo bohemio así que pasamos de largo. Luego nos metimos por la calle Lastarria y había otros lugares con más onda, tipo lounge o terrazas más fancy, pero estaban llenas de gente y nos dio flojera esperar una mesa.
En la esquina de Lastarria y El rosal vimos una casa grande y antigua con una entrada “de princesa” con una escalera preciosa y una puerta grande. Yo entré guiada como por instinto primitivo: el de la compradora compulsiva! Adentro el espacio estaba dividido en varias tiendas pequeñas pero bien choras. No sé si fue bueno o malo que el domador de fieras estuviera conmigo, pero no compré nada, a pesar de que me gustaron dos o tres o diez cositas.
Para seguir viendo la casa por fuera, dimos vuelta en la esquina en lugar de seguir derecho por la calle Lastarria y encontramos una puerta bien insignificante que parecía que daba al sótano. Le dimos un empujoncito como para ver si se abría y ¡Oh sorpresa! Era un bar! Así descubrímos “Casa Berry”, un bar estilo años dorados, con Frank Sinatra sonando en el equipo de música, las paredes azules con una decoración bien clásica y...vacío. Fue lo que nos decidió a quedarnos.
El Berry es un lugar que te transporta a otro tiempo. Nomás entrar ya te sientes fuera de Lastarria, fuera de Santiago, fuera hasta de este siglo. La carta de tragos es enorme, pero preferimos pedir un pisco sour y más tarde un vino. La carta para comer es bien básica y hay desde picoteos (tablas de quesos, empanaditas) hasta filete al pil-pil servido en un platito de greda. Todo rico, pero lo más rico es el lugar, el ambiente...la sensación de estar en casa de unos amigos tomandote un traguito relajado.
Se suponía que íbamos de exploración pero hasta ahí llegamos. Debe haber muy pocos lugares como ese en Santiago y si no lo encuentras en internet no te preocupes, no está anunciado en ningún lado porque su dueño cree ciegamente en la publicidad “de boca en boca”, que parece que le funciona muy bien porque nosotros nos fuimos de ahí como a las 2 de la mañana y estaba en su mejor momento. Pero aventurate nomás y no te vas a arrepentir. ¿O ya fuiste?
Berriel Rosal 321
Barrio Lastarria
Que recuerdos tengo de ese bar..., que buen dato. Inolvidable 1995!, por la descripción esta igual.
ResponderEliminarHay que aprovechar que Santiago está medio vacío para visitar nuevos lugares y explorar
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