Madre solo hay una
El día de la madre tiene dos días en Chile, el 10 de mayo, que es
el oficial de calendario, y el siguiente domingo al 10, que es el día en el que
todos celebran “como Dios manda” a la autora de sus días. Sea llevándole el
desayuno a la cama, haciéndole un regalo (en estos tiempos nunca falta el
desatinado que le regala una plancha), llevándola a comer a algún lugar o a
pasear, todo el mundo encuentra la forma de honrar a la madrecita que nos dio
la vida.
Pues bien, yo he llegado a la conclusión de que Chile es un país
sin madre...y que no lo digo el sentido mexicano, sino en el más literal de los
sentidos. Y esa figura materna de la que están tan faltos los chilenos, se vio
materializada durante el gobierno anterior en nada más y nada menos que la
mismísima entonces presidenta, Michelle Bachellet.
Su figura baja y regordeta, los ojitos que se le achinan al reír,
esa carita de “ay mijito, no se preocupe, aquí está su madre”...todos son
atributos que le juegan a favor a “la gordi” para convertirse en la madre de
Chile. Y así mismo la trata el país, como la sacrosanta y abnegada madre que
todo lo sufre pero todo lo puede, que todo lo soporta con paciencia y cariño y
que siempre tiene los brazos abiertos para que su hijo vuelva a refugiarse en
su regazo...aunque ese hijo ya tenga más de 40 y vuelva a la casa después del
segundo divorcio y sin pega. Ahí está su madre para recibirlo.
¿Han visto esas escenas de películas donde la mamá hace el aseo y
guarda todo amontonado en el closet, y luego cuando viene el primer incauto que
no sabe lo que hace, abre la puerta y explota todo? Sale el transantiago
volando por encima de la cabeza, la crisis de la educación se desmorona desde
el cajón de arriba y cae con un ruido estrepitoso, la crisis energética que
estaba metida en una caja al fondo, detrás de la expropiación de territorios
indígenas, sale disparada pasando también a llevar la maleta en la que estaban
guardados los problemas de la reforma procesal penal y la corrupción y falta de
probidad en los procesos legales. Y así, todo va cayendo sobre los hombros del
papá que fue y abrió el closet para buscar quien sabe qué cosa que ya se le
olvidó por el golpe que le dio en la cabeza la falta de una reforma tributaria
cuando le cayó encima.
¿Y la mamá? Tomando café en el club de bridge de las Naciones
Unidas, por eso dejó todo ahí apretujado donde a nadie le importa, porque tenía
prisa por ir a reunirse con sus amigas. “De todas maneras -pensó la mamá
Michelle mientras tomaba su bolso y su abrigo- vuelvo más rato y arreglo las
embarradas que encuentre”.
Y ahí está chile, no solo esperando, sino pidiendo (a través de la
intención de voto) que vuelva la madrecita que en lugar de darle trabajo,
educación, salud y desarrollo, se dedicó cuatro años a regalarle cosas
insignificantes (como el subsidio para la tercera edad, o el bono por hijo, que
son una burla, bien marketeada, pero una burla al fin), la quieren porque da
días feriados, porque en lugar de educar les da a todos sus hijos una palmadita
en la espalda y les perdona sus travesurillas de niños malcriados.
Cuando en la casa gotea el grifo de agua, el papá toma el teléfono
y llama al plomero, pero mamá Michelle sería incapaz de tomar una decisión así:
las mamás buenas reúnen a toda la familia y hacen un consenso en el que todos
estén de acuerdo con la mejor forma de arreglar la gotera, tienen que estar
todos los miembros de la familia, elegir a la persona correcta, el presupuesto
aprobado por todos, designar a los representantes que estarán presentes
mientras el plomero trabaja y consultar con los vecinos si les molestará el
ruido. Para cuando se ponen de acuerdo ya es necesario también traer a otras 20
personas para que arreglen los desperfectos causados por la inundación. Pero no
importa, porque todos en la familia tuvieron voz y voto en la decisión.
Lo peor de todo es que
Chile, además de no tener madre, pareciera que tampoco tiene memoria, no se
acuerda que la bañera está goteando porque la mamá cada vez que salía y entraba
en la ducha la pateaba “sin querer”, no se acuerda que fue la mamá la que
guardó las cosas en el closet y barrió el polvo hasta esconderlo debajo de la
alfombra…tampoco se acuerda que el 27 de Febrero fue ella, la figura materna
que inspiraba confianza y seguridad, la que dijo que no había probabilidad de
tsunami después del terremoto y que todos se quedaran en sus casas.
Dicen por ahí que “madre
solo hay una”…en el caso de Chile, no hay frase más cierta que esa. Y parece
que se vienen cuatro años más para demostrarlo.